No hace falta ser el número uno del mundo para hacer un peritaje, ni ser un experto de primera fila en el tema. Sólo hace falta saber lo suficiente como para tener un criterio claro sobre lo que se pregunta y poder contestar con un grado razonable de autoridad. Además, las preguntas en cuestión no suelen ir más allá de las teorías ya estudiadas en la Universidad, en másteres o cursos de postgrado y de formación complementaria, o conocimientos adquiridos en la actividad profesional.

Si se estima oportuno, se puede consultar con otros asociados o con cualquier experto en la materia bajo peritaje.